Jornades Moving Cinema: La cultura, un espai compartit

El pasado viernes el fantástico equipo de A Bao A Qu organizó las “Jornadas Moving Cinema: La cultura, un espai compartit”, sesiones de trabajo en las que participaron Jóvenes Programadores, docentes, representantes de festivales e instituciones culturales, mediadorxs, en un ilusionante clima de compromiso, respeto y generosidad.

Aquí os dejo algunas de mis notas sobre conclusiones, recomendaciones y advertencias, por si os puede interesar.

Ofrecer marcos de confianza, espacios seguros donde poder hablar sin juicio, sin miedo a equivocarse. Escuchar sin condescendencia y diálogo desde la horizontalidad, que cualquier opinión tenga la misma importancia, que su voz tenga realmente valor, que sientan que todo el mundo puede aportar. Reflexiones colectivas, no dirigidas. Guía, diálogo, no imposición de gustos o lo que se considera de calidad, olvidar el “joven, venimos a culturizarte”. Los jóvenes están hartos de que les hablen desde el saber absoluto.  Acompañar sin dirigir. “Que no se vea como obligatorio, para que cada uno/a busque lo que le llame la atención.” Ofrecer herramientas, recursos, estímulos para despertar interés, y saber acompañar después”.

Acompañar pensamiento en marcha. Practicar el escuchar a otros y el intercambiar opiniones, construir consensos y trabajar colectivamente y de forma cooperativa desde su individualidad.

No dictar, sino crear nuevas conexiones personales entre los jóvenes y el cine, con sus historias e intereses personales. Interrogarse sobre las necesidades individuales dentro de la pluralidad y dirigirse a ellas. Respetar y acoger la diversidad y la autenticidad de cada uno/a. “Cuando algo te toca vitalmente, te desconecta del ruido del día a día. Cuando te reconoces o te plantea inquietudes.”

Entender que de una misma experiencia cultural las visiones y conclusiones pueden ser muy diferentes y por tanto se desprenden diferentes caminos.

Estimular la curiosidad y la apertura. Transmitir entusiasmo a través de estímulos abiertos.

El cine envejece muy rápido, el lenguaje audiovisual se transforma mucho más rápidamente que otras artes. Es fácil que no les resulte familiar. Buscar elementos de conexión (temas, personajes, autores…), que permitan salvar esta lejanía. Acompañar para facilitar que puede sentirse interpelado de forma personal.

Mediaciones múltiples. Pensar siempre si hay alguna mediación que puedas hacer.

Ofrecer explicación de un contexto que les ayude a ubicarse. Poder entender mejor lo que lo ha provocado, el proceso y el por qué. Ofrecer estímulos previos o posteriores, propuestas de análisis, dossiers con materiales previos no cerrados. Poner en contexto para facilitar que cada uno pueda hacer un viaje como el que tú has disfrutado, aunque sea único para cada persona y momento.

Dejar atrás los estereotipos de la etiqueta “joven”, a la hora de elegir las propuestas.

Confiar en el cine, en el arte y los jóvenes. El arte en sí mismo interpela.

Perder el miedo al rechazo. Las propuestas que te sacuden más fuertemente pueden dejar huella. Que te descoloque y desplace. Poder compartir lo que te ha descolocado.

Pasión, emoción y autenticidad. Favorecer el contagio. Pero humildad al mismo tiempo para entender que tu camino no siempre será significativo para otrxs. Aunque puede llegar a conectar desde diferentes lugares.

Si inspira a nivel creativo, quizá podrá aplicarlo a otros niveles.

Generar ilusión de algo especial, creación de momentos únicos. Pensar de forma especial para cada situación, no hay dos actividades iguales. Presencialidad como elemento indispensable.

Los jóvenes están ávidos de buscar su camino y de encontrar personas con quien compartir intereses similares.

Jóvenes dirigiéndose a jóvenes. Recomendación entre iguales, con sus mismos referentes. Los referentes de los jóvenes son principalmente otros jóvenes. Jóvenes Programadores como puente entre mundos que no se conocen necesariamente.

O empezamos por la escuela o se queda la mayoría por el camino. Demasiado a menudo depende de los intereses y hábitos de la familia. Pero la escuela “¡cómo le va a crear ganas ir sólo una vez al teatro en 4 años!”. “Si además siente un cierto interés, pero en la familia no tiene respalda, no tiene independencia y además recibe críticas pasivo – activas por parte de sus compañeras al compartir su interés, aún más difícil.” Es necesario contar con respaldo y una mayor normalización.

Repensar los espacios educativos y los procesos de aprendizaje.

Importancia del proceso, no sólo acciones puntuales. Crecer juntos. Ir aprendiendo con el tiempo y creciendo como personas.

Fomentar la cooperación sin nota individual, el elemento más perturbador del sistema educativo.

Existe demasiada rigidez organizativa en los centros educativos para acoger y fomentar propuestas culturales, y demasiada rigidez en la mentalidad de profesorado, institutos y familias. “Hay que posibilitar aprender a disfrutar, abrir la brecha para que pueda entrar.”

Es necesario el compromiso y convicción de la capacidad de transformación. “Cuando un profesor pone tiempo y ganas y te demuestra compromiso, da ganas de ponerte”

Necesidad de crear otros espacios que generen otros vínculos. Creación de vínculo con los otros y a nivel individual, personal. Experiencias culturales en grupo o de forma individual ofrecen perspectivas diferentes como espectador. La primera vez acudiendo solo y por voluntad propia a una actividad cultural supone un paso importante e invita a la reflexión individual. 

Para el/la docente salir de su papel institucional, compartir espacio personal para dedicarlo a contagiar pasión, aunque sea por amor al arte, es gratificante, fortalece del vínculo con el alumnado.

Necesitamos tiempo de calidad y que desborde el tiempo lectivo. Tiempo a disposición, dejar espacio y tiempo en el instituto para que pueda surgir lo creativo y relacional.

Es importante contar con equipo. Y romper con el tabú de que entre en el instituto alguien no docente para crear de forma colectiva. Poder reconocerse mutuamente el plus que aporta cada uno/a. Reconocer las inseguridades, los espacios desconocidos del mismo profesor a los alumnos, es muy valioso. Dejarse transformar, aprender, pudiendo relajarse y observar. Los actos creativos en relación se multiplican.

Los espacios culturales instituciones suponen una barrera, les resultan lejanos. Abrir procesos participativos para redefinirlos, para repensarlos.

Ofrecer espacios disponibles para una participación más activa, para okuparlos con acciones y de forma colectiva, para darles voz.

Pero lxs mismxs jóvenes Programadores advierten que son bastante una excepción. A ellxs mismxs les cuesta mucho animar a sus amigxs. Hacen una preselección de personas a quienes piensan puede interesar y de propuestas adecuadas, pero a veces ni así lo consiguen.

“Hay demasiado ruido, todo es consumo y marketing. “Las series de Netflix llevan a un hábito de consumo súper rápido, que no permite parar a pensar ni procesar lo que estamos viendo. Apostar por el conocimiento requiere un esfuerzo.”

Tenemos una importante falta de tiempo libre y de ocio, y los jóvenes reciben muchísimos inputs, y sus decisiones e intereses van cambiando continuamente.

“La mayoría de jóvenes no conocen más cine que el comercial creado a partir de 2015.” Cómo acercarles a otros tipos de cine, ofrecer nuevas posibilidades, facilitar el acceso a diversidad, descubrir e inspirar.

“Pero al fin y al cabo, siempre ha sido minoritaria en nuestra sociedad el interés por la cultura, especialmente hacia una cierta cultura.” “No estresarse ni frustrarse, nunca se sabe en qué desembocarán los estímulos y experiencias que ofrezcamos.”

Muchas gracias a todxs, fue un placer! I mil gràcies sempre a A Bao A Qu per convocar-nos!

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El amor en un set de desayuno

Llega ese momento terrible y tan temido en el que toca seleccionar qué deseas conservar de casa de tus padres para que siga acompañándote.

…esos individuales de madera con dibujos de animales que un día mamá compró para viajar a las mañanas en casa de su amiga inglesa del alma, donde veíamos corderos pastando en las verdes colinas de Malvern desde la habitación. Esas tazas sueltas de desayuno, las de infusión tranquila calentando las manos antes de dormir. Esas de café que traen la carilla pilla de mamá cuando nos pedía un poco más, aunque ambas supiéramos que no le convenía. Esa manta suave con la que nos cubríamos con mi madre y mis hijos para ver juntos películas en el sofá, felicidad máxima. Esa toalla suave en la que mi madre envolvía a mis hijos mientras les cantaba la misma canción que nos cantaba de niños, y que ahora mi hijo quiere llevar consigo. Esos libros que mamá me leía antes de dormir en la cama de niña. Esas canciones que cantábamos toda la tropa embutidos en el coche al regresar los domingos tarde, cuando aún no estaba prohibido ir sentados sobre las rodillas, a los pies o hasta en la bandeja de detrás para caber todos. Con mi madre leyendo el periódico en voz alta a mi padre. Ese Machín que encantaba a papá y le llevaba a contarme cuando le veían tocar en directo en intermedios entre sesiones de cine. Ese cánon de Pachelbel de cuando mi hermana estudiaba selectividad y que para mí significaba que pronto se iría de la isla para estudiar, inmenso drama. Esas nanas brasileñas que ayudaron a dormir noches y noches a mis bebés insomnes, mientras les acunábamos muertos de sueño y dolor de brazos. Esa música de Ella Fitzgerald, Louis Amstrong, Woody Allen que nos alegraba las mañanas. Esas películas de James Stewart que tanto gustaba a mi padre porque era idealista y bueno, como él. O las de Spencer Tracy, quien tanto me recuerda a él. Las de Olivier y Hardy, porque llevan los hoyuelos de sus mejillas y como lloraba literalmente de risa, contagiándonos a todos. Esas postales enviadas por nosotros desde nuestros viajes. Las de Navidad que le pintaban mis hijos, los dibujos que hizo hasta enmarcar o que colgaban de su nevera. Las cartas a los Reyes Magos, llenas de deseos. Las cartas de sus amigas, tan queridas. Esas marionetas que mi hermano y cuñada construyeron para mi. El osito que siendo niña me llevaron desde Chamonix y así se llama. El pajarillo de barro que me regaló mi hermano y llevaba al cole entre algodones para que no se rompiera. El mantel polaco de los días de fiesta. Los bols de la soupe à l’oignon de Nochebuena, cargados de queso gratinado y alegría. Esos cuadernos de recetas, de fichas escritas en el idioma de quien se la diera, y que son el secreto de la corona (aunque siempre faltara ese puntito que sólo mi madre sabía darles, y ese maldito “a ojo”). Marcos de fotos que esconden muchas otras detrás, porque no lograba decidir cuál poner delante, de tantas que le gustaban. Las cajas de fotos maravillosas que son todo un viaje a lo largo de nuestras vidas. Esas fotos de personas que ya nadie podrá ayudarnos a identificar, pero que si están ahí es que un día fueron muy queridas. Los rollos de súper 8 que salvaron a la quema. Tantas tardes maravillosas con la emoción de instalar la pantalla y los nervios de que no se quemaran las películas. Nuestros gritos al verlas. Esa foto preciosa de mis padres sonriendo, que estoy convencida de que es de vernos, con todos nuestros desastres, torpezas, cariño infinito y amor eterno.

…objetos que no son más que puertas de teletransporte a momentos llenos de amor y ternura, y que te recuerdan lo afortunada que has sido y eres de haberlos vivido. Al final, lo que importa y queda es el amor contenido en una taza agrietada.

…entonces veo la locura de algunos por acumular riquezas y me da hasta ternura, de tan absurdo.

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«Tocar mare»

Quan erem infants dèiem “tocar mare” quan enmig del joc volíem aturar un moment i refugiar—nos on ningú nos podia fer mal. Aquests dies he pensat molt en aquest “tocar mare” quan arribava a casa de ma mare, i ella me rebia amb es seu preciós i brillant somriure feliç de veure’m, i una d’aquelles abraçades immenses de qui ha entès que cada abraçada pot ser la última i ha de ser de ben endins. Ma mare era un lloc on podia relaxar-me del món i deixar-me ser jo tranquil·la amb sa dona que sabia llegir es meus silencis, es meus tons de veu, ses meves mirades, avançar-se en es meus pensaments, dir sa paraula justa i sàvia quan més la necessitava, s’abraçada sanadora quan quedaven curtes ses paraules. El món exterior no importava gaire en es teu costat, es meus problemes se veien molt més petits i absurds amb sa teva pau.

Mon pare solia dir que es pares han de ser com ses mares ànecs, que empenyen es seus petits amb s’ala perquè aprenguin a volar, però sabent que tendran sempre s’ala ben oberta per rebre’ls i acollir-los quan vulguin tornar. Tu nos vares ensenyar a volar sense por, a defensar es nostres somnis, a lluitar per ells, pel que ens pogués fer feliç a sa vida. Des de petits nos vares anar despertant sa curiositat per conèixer món, per apreciar ses seves petites meravelles, per descobrir sa riquesa de cada persona i tractar-la amb sa dignitat que cada una mereix, a que cada persona és única i per això és un tresor. Amb tu vaig aprendre a ser feliç amb una posta de sol, amb sa llum des dia, a escoltar es ocells, a apassionar-me amb s’art. A defensar sa nostra independència com a dones, es nostre espai, a no deixar-nos trepitjar i ser fortes des de la intel·ligència, respecte i suavitat. A cuidar des nostre entorn, a intentar fer es món una mica millor des del nostre petit racó.

Fa només quatre dies que vares partir amb sa teva dolçor, discreta i elegant com sempre, amb sa teva preciosa, silenciosa però lluminosa presència, després de fer—nos sa darrera immensa demostració del que suposa estimar per damunt d’una mateixa, per damunt de tot, com has fet tota sa vida. Treient forces d’on no n’hi havia per dedicar un somriure especial a cada net i neta, fent-nos somriure quan pareixia impossible amb ses teves bromes de nina gamberra. Cuidant de noltros fins es darrer moment. Mostrant-nos un amor que passa per sobre de tot. …quant d’amor cap en es cor d’una mare i padrina, mare meva…

Ara que m’he quedat sense tu, sense es meu “tocar mare”, s’obre davant meu un profund precipici. Hauré d’aprendre a no poder telefonar-te, a que no me puguis dir què feliç estàs de sentir-me i que m’estimes molt cada vegada que ho faci, a que no me puguis rebre amb es braços oberts quan arribi, a no poder-te abraçar com si no hi hagués un demà, a no poder veure amb tu es sol posar-se rere ses muntanyes. Hauré d’aprendre a conformar-me a sentir-te dins meu, sempre amb mi. I mil gràcies per regalar-me una família meravellosa que m’ajudarà a sentir una mica que toco mare en arribar aquí.

Es papà solia dir que quan a sa família arriba o se’n va una persona, sa barca se desequilibra per un moment i fa falta que tothom se mogui una mica per tornar a reequilibrar-la. Però quan una ha tengut sa sort de tenir un capità i una capitana com voltros dos, sa malmenada que se’n du sa barca és molt grossa.

Es papà i tu sereu sempre una llum que guiarà aquesta barca, es nostre camí, que nos recordarà que l’únic important de sa vida és estimar. I que s’amor és una ona expansiva i contagiosa que irradia en es teu voltant i torna a tu. Això ens ho heu ensenyat ben ensenyat, papàs.

Feliç dia a totes ses mares que sostenen el món, que fan més bonic, dolç i lluminós es seu entorn, que fan del món un lloc millor, amb suavitat, sense necessitat de grans paraules ni més demostracions que s’amor generós i pur d’una mare i sa seva immensa i radiant presència.

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Preguntas para tiempos de pandemia

Si hemos dedicado un mínimo momento a escucharnos y dejarnos sentir, y si somos un poco sinceros y honestos con nosotros mismos, probablemente nos habremos planteado en algún momento de este confinamiento forzoso qué nos merece realmente la pena sostener, qué relaciones tienen verdaderamente sentido, qué nos hace bien, de qué manera podemos contribuir mínimamente a pensar y construir juntos otra forma de vida más sostenible, equitativa y amable…

¿Qué, a quién hemos echado profundamente de menos? ¿Qué da realmente sentido a nuestra vida? ¿Qué hace para nosotros la diferencia entre sobrevivir y vivir? Quizá un abrazo, un beso, la familia, amigos, un amor, ver el mar, compartir un momento especial, ir al teatro o al cine, o simplemente poder pasear sin más…

La sociedad del Tínder y las relaciones libres mediatizadas por pantallas se ha enfrentado a su fría soledad. La sociedad que aparta a sus mayores en pro de la productividad se ha encontrado con el monstruo que ha creado. La interdependencia entre seres humanos que nuestra sociedad capitalista trataba de evitar se ha hecho evidente a todos niveles. La autosuficiencia y el pretender que tus actos no afectan a quienes te rodean, ni siquiera a tus seres más queridos, es la esencial falacia de la sociedad individualista neoliberal. De pronto, nuestra interdependencia no sólo emocional sino vital se ha hecho dolorosamente evidente. El cuidado de uno mismo y del otro, se han visto íntimamente interrelacionados, y han recuperado el centro de nuestras vidas. Un otro convertido en toda la humanidad. Nuestra supervivencia depende del cuidado mutuo universal.

¿Hemos aprendido al fin que las pantallas no podrán sustituir jamás aquello que nos hace humanos, lo más vital y que da realmente sentido a nuestras vidas? ¿Que nada podrá reemplazar un abrazo profundo y sincero, el roce de una caricia que estremece, dos manos entrelazadas, una mirada y sonrisa cómplice, hacer el amor con todo el alma, el escalofrío de un susurro en el oído, apoyar la cabeza en el hombro o regazo del amor, poder dar la mano y acompañar a un ser querido en su enfermedad…? ¿Que lo realmente importante es extremadamente sencillo?

¿Hemos entendido que educar no es una mera transmisión de contenidos, que probablemente olvidaremos? ¿Que no basta con proveernos de sistemas informáticos y conexión 5G? ¿Que el papel esencial de la escuela es aprender a convivir, a crecer juntos, a descubrir y disfrutar la diversidad desde el respeto y cariño, reír, jugar, enamorarnos, frustrarnos?

¿Hemos podido sentir cómo resultan las ciudades sin ruido de coches, con el sonido de los pájaros, el aire limpio, los niños correteando por las plazas del centro de la ciudad, los vecinos paseando sin más, la ciudad sin riadas de turistas autómatas o de borrachera, la importancia de un balcón, de una flor?

Nuestras vergüenzas se han hecho más transparentes que nunca. Cuando la casa propia es refugio de supervivencia, personas sin casas en las que resguardarse, hacinadas en pisos minúsculos, en chabolas. Condiciones laborales inhumanas en nuestro territorio, en nuestro país desarrollado del s. XXI. Nuestra vida dependiendo de una sanidad pública abandonada, de temporeros tratados como animales, de una producción que hace siglos fue deslocalizada para poder imponer mayor precariedad. Un planeta que dice basta, que grita ante nuestra ceguera.

¿Cómo hacer para no olvidar esas preguntas? ¿Para permitir que nos muevan desde lo más profundo, para que nos ayuden a convertir las cicatrices en una posible salida? Para no pretender vivir sin más en esta deprimente nueva normalidad, a la espera de recuperar una normalidad que ya ha demostrado con creces su anormalidad. ¿Cómo vivir nuestra fragilidad e interdependencia con profundo amor regenerador?

(Imagen regalo de una acción de proyección sincronizada propuesta por Esther Rodríguez Barbero en colaboración con La Caldera. Una forma de acariciar desde la distancia)

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Diario desde el búnker

Buenos días desde el búnker!

Quinto día de confinamiento. Ayer salí por primera vez a la calle. Vestirme fue como prepararme para una fiesta de gala. Salir a la calle, como salir de una nave espacial en un planeta desierto. Las calles en pleno centro de la ciudad, absolutamente vacías. De pronto el vacío resulta algo sórdido. Policías patrullando y pidiendo por megafonía que la gente se retire a sus casas, controlando el acceso a los supermercados. Sólo un pobre muchacho está rodeado por 10 policías pidiéndole papeles. Da hasta miedo fotografiar la calle bajo el estado de vigilancia. Las pocas personas visibles, con mascarilla y mirada asustadiza. Da angustia respirar, termino respirando como un pajarillo.

Pero no sé si da más angustia la enfermedad o estar viviendo en Matrix. La sensación de estar siendo una ratita de laboratorio de experimentación sociológica, un Gran Hermano a lo bestia, aumenta por momentos.

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Miles de personas encerradas a golpe de queda. Fronteras cerradas. Calles desiertas. Gente obligada a seguir normas estrictas de distancia. Ciudadanía pegada a móviles, ordenadores, radio, tele, para conocer actualizaciones de nuevas medidas y balances macabros, entre la angustia y la necesidad de saber.

La China que hasta ahora era el mal de pronto es la salvadora, y sus mecanismos de control y monitorización de la ciudadanía, que hasta  hace dos días nos escandalizaban, ahora son el ejemplo a seguir. Aplicaciones de control de movimientos, relaciones, hábitos y consumo, son vistas de pronto como un bien imprescindible, la llave de nuestra salvación. Herramientas de control de nuestras vidas que han venido para quedarse, si no reaccionamos a tiempo. Me contaba hace años una amiga que vivió en un kibutz, que al ser comunidades cerradas, eran un excelente laboratorio de experimentación para nuevas tecnologías, nuevos alimentos…

La locura neoliberal sin escrúpulos de Trump y Johnson, ya definitivamente desatada y sin escrúpulos. La privatización de un bien básico como la sanidad, al fin en entredicho.

Gente enloquecida saqueando supermercados, arrasando las existencias de papel wc, inventando todo tipo de artilugios para protegerse de sus paisanos, mirándolos con desconfianza al menor tosido. Intereses partidistas, politiqueos, recriminaciones incapaces de asumir la rapidez con la que avanza. Hospitales desbordados. En Italia se ven obligados a decidir quién puede sobrevivir. Crudeza en estado puro. ¿Exageración, falta de previsión, complot? Listillos lanzando proclamas cuando hace dos días iban tan perdidos como todos. A toro pasado es muy sencillo dar lecciones. Somos incapaces de asumir que vivimos en la incertidumbre, que nos enfrentamos a lo desconocido, nos educaron en las certezas. Como decía alguien, pasamos de compartir memes a tomar consciencia de la desgracia, del drama.

Políticos que van cayendo. Días ideales para destapar otro escándalo de la Corona, ese gigantesco virus. Ni el mejor guionista hubiera llegado a imaginar tanto. Suerte que no hay tantos años bisiestos o nos da un infarto.

Mientras tanto la población se prepara para vivir en cuarentena. Los grupos de whatsapp sacan humo, las redes se llenan de propuestas de cosas por hacer. Conciertos online, museos virtuales, películas, libros… De pronto la cultura vuelve a ser imprescindible, vuelve a hacer la vida más vivible y rica. Y quienes se dedican a ella, algunos de los económicamente más frágiles.  Habrá que recordarlo cuando salgamos de esta.

Teletrabajo, deberes para escolares, tablas de gimnasia, productividad, rutinas, automarketing…  Horror vacui. ¿Tanto nos cuesta encontrarnos con nosotros mismos, convivir a solas con nuestros seres queridos? ¿Tanto miedo nos da el vacío, que necesitamos llenarlo? ¿Tanto miedo nos da la incertidumbre, que necesitamos estructurar nuestros días? Tenemos por delante una oportunidad única para reducir la productividad, dejarnos llevar y adentrarnos en otros aprendizajes, probablemente mucho más importantes para la vida, para la convivencia. Tiempo para reducir la productividad y explorar otros modos de vida, más sostenibles. Revisar prioridades vitales, relaciones…

Se reducen de forma drástica los viajes. Baja en picado la contaminación. En los canales de Venecia corren agua cristalina y pececillos. Un bichito pone en jaque a la prepotente humanidad, le devuelve a su sitio. La Madre Tierra nos da una colleja.

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El mundo globalizado y la humanidad es interdependiente. Reconocer nuestra fragilidad, nuestra dependencia, la necesidad de poner los cuidados en el centro, asumirlo con humildad para devolver la importancia a la vida y al cariño. Cuando de pronto no hay nada más importante que la salud de tus seres queridos. Abrazar y besar a quien quieres. Unas flores, un balcón. Sentir el sol en la cara. Oler el mar. Pasear, sin más. Redes de seres queridos nos sostienen ahora este pequeño día a día. Mensajes de alegría, cariño y ánimos, voces queridas. Quizá es momento de revisar nuestro día a día, nuestras importancias y urgencias.

¿Qué trabajadores se han convertido estos días en imprescindibles? Personal sanitario, científico, limpieza, transportistas, servicios sociales, agricultores… Algunos de los más despreciados y golpeados por el sistema, de los más frágiles, son obligados a trabajar y a exponerse para sostener ahora nuestras vidas. ¿Seremos capaces de reconocerlo después, de que no quede todo en un aplauso desde el balcón?

Es obligatorio encerrarse en casa. Qué fácil decir cuando tienes casa propia. Cuando no tienes un casero o un fondo buitre acosándote por pagar un alquiler cuando no tienes ingresos para sobrevivir. Qué sencillo decir cuando tu hogar es agradable, cuando tu ambiente en casa es acogedor. Cuando no tienes que estar encerrado en 50 metros cuadrados con una familia numerosa, compartirla con otras familias. Cuando no tienes a pequeñines que no entienden no poder salir al parque y ver a sus amigos. Cuando no tienes que soportar violencia familiar. Estar a gusto en casa es un privilegio.

La gente sale a los balcones, a aplaudir a quienes trabajan estos días por nosotros. Y se convierte en un momento de aire fresco, de reconocernos juntos, de ver por primera vez la cara de nuestros vecinos, de celebrar que estamos vivos. Canciones, karaokes, himnos, caceroladas, bingo, veo veo, alegría, risas… En nuestro barrio quedan pocos vecinos. La especulación y el turismo acabaron con ellos. Ahora esos pisos Airbn, hoteles están vacíos. Quizá es momento de revisar también nuestras ciudades como lugares de convivencia, de compañía y cuidados. Vecinos cuelgan formularios en la escalera para ofrecer/pedir ayuda. Muchas personas ofrecen todo tipo de ayuda y servicios.  La humanidad puede ser muy bella.

Jóvenes se lanzan a la calle a llevar la compra y cuidar de mayores. La soledad de la gente mayor en las ciudades adquiere una realidad más visible y cruel.

…ojalá salgamos de todo esto habiendo aprendido algo.

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Apartad de mí los números, hablamos de cultura, hablamos de personas

Se acerca final de año, y con él las listas de lo mejor del año, las memorias e indicadores y más indicadores cuantitativos para justificar los proyectos realizados… Como si acercara el fin del mundo, como si los indicadores cuantitativos fueran definitivos para evaluar el interés social de las propuestas culturales. Pero aquí estamos, un año más rellenando formularios y tablas numéricas. Y yo respondiendo a cuestionarios sobre los eventos e instituciones culturales más destacados del año a nivel cultural, sintiéndome una vez más una impostora. ¿Quién soy yo para juzgar algo así, si suficiente trabajo tengo para intentar tirar adelante algunas de las propuestas culturales de la ciudad como para que la vida me dé para asistir a muchas más…? Pero un año más vuelvo a participar para intentar poner en el mapa propuestas más pequeñas e invisibles que sé que de otro modo difícilmente aparecerán.

Porque si algo tengo cada vez más claro es que las que para mí resultan verdaderamente imprescindibles, las que siento que me alimentan como persona,  suelen ser propuestas de apariencia humilde, pero comprometidas, honestas, rigurosas, libres, cuidadas y cuidadosas, hechas con sinceridad, convicción, corazón y generosidad. Propuestas que me permiten cuestionarme, reflexionar desde lugares imprevistos, revisar mi mirada, removerme desde muy profundo por lo que tienen de verdad, sonreír de ternura, conmoverme de tanta belleza, descubrir nuevos modos de jugar,  disfrutar del sentimiento de comunidad que genera compartir algo especial, romper por un rato los esquemas de lo previsto, los tiempos y los modos de relacionarnos para regalarnos un momento para nosotros. Porque los seres humanos somos capaces de algo mucho más bello y verdadero de lo que nos quieren hacer creer, de lo que nos quieren hacer olvidar. Resulta mucho más productivo para el sistema reducirnos a consumidores pasivos de productos globales uniformes, incapaces de reflexionar ni cuestionar nada. Pero necesitamos espacios que nos permitan abrir ventanas a lo imprevisto, para que corra el aire, para ampliar los posibles.

Si hago repaso de las cosas que me han podido interesar más este año, son cosas menudas, a las que apenas habrán asistido 50 – 200 personas. Pero de las que he salido de algún modo transformada y  sé que me acompañarán durante mucho tiempo. Pero pienso en ellas y sufro al imaginarlas obligadas a rendir cuentas a las instituciones que las apoyan basándose en criterios numéricos, y en la impotencia en la que se encontrarán para intentar explicar que su valor se encuentra mucho más allá. Que es un valor intangible, pero muy profundo, y cuyos efectos probablemente serán duraderos, o quizá se entenderán más adelante. ¿Cómo traducir en absurdos números vivencias que te conmueven tan por completo como Touching Community, de Aimar Pérez Galí, o las mil posibilidades creativas que nos ha regalado el ciclo Hacer Historias de La Poderosa, o la delicia inclasificable de Orquestina de Pigmeos, o aquellos instantes mágicos en los que ves que algo ha tocado de verdad y para siempre a un adolescente participante de una iniciativa como En Residencia? ¡Apartad de mí los números, hablamos de nosotros, hablamos de personas!

Si pienso en experiencias en las que he colaborado de forma activa, como L’Alternativa, ninguna de las reacciones de las que más feliz me han hecho porque mejor reflejan lo que intentamos hacer, sería reducible a un factor numérico. Os dejo algunos comentarios recibidos este año o el año pasado, sin ninguna intención de autobombo, sólo como ejemplos de primera mano. Pero algunas de los que más me alegran han sido personas que han agradecido que se respete su inteligencia como espectadores, críticos que celebran la coherencia sin las habituales concesiones, autores a los que respeto mucho diciendo que ver películas en l’Alternativa les ha posibilitado hacer un cine muy diferente, que autores a los que apoyamos en sus inicios tengan ahora una carrera ya sólida, que películas invisibles que tuvimos el honor de presentar, se encuentren años después entre las favoritas de la década, que algunas de las películas o encuentros hayan permitido reflexionar sobre temas que nos atraviesan, y que los asistentes disfruten de un momento juntos. Como véis, ni un solo número en nada de todo esto. O en el centro de creación en el que trabajo, La Caldera, una de las cosas más valoradas es el respeto y cuidado con el que han sido tratados, o experiencias como el Brut Nature, un espacio de comunidad de intercambio de preguntas y prácticas, abierto y generoso, sin producto final pero sí un importante impacto en su proceso creativo y en la generación de complicidades. O Descomunal, una invitación a pasar un día juntos, abierta a todo el mundo, sin expectativas más allá del disfrutar y celebrar estar juntos (Encontrarnos, juntarnos, animarnos, nutrirnos, sentirnos, pensarnos, calmarnos, ensuciarnos, sudarnos, respirarnos, soñarnos, festejarnos, afectarnos, bailarnos…). No, no hablamos de números.

Hace poco falleció nuestro querido Abu Ali, Toni Serra, uno de los directores y fundadores de OVNI. Un referente indiscutible para muchos de nosotros, por su capacidad de ofrecer espacios cuidados de construcción de comunidad que combinaban la poesía con un posicionamiento y activismo radical, que nos obligaba a revisar nuestra mirada y a cuestionarnos nuestra forma de vida, dando voz a los silenciados, visibilidad a los invisibilizados. Desde la honestidad y coherencia entre vida y acción, y siempre con el amor hacia los demás y hacia la vida por delante de todo. Para mí sería una profunda vergüenza  intentar reducir a cifras numéricas lo mucho que ha supuesto para mí OVNI y el impacto que ha dejado en mí y en tanta gente la capacidad transformadora del compromiso ético y estético y del amor sincero de alguien como Abu Ali. Un impacto aparentemente invisible pero verdadero y profundo.

También este año nos dejó nuestra preciosa Araceli Corbo. Muchos de nosotros no hemos tenido aún la oportunidad de conocer el MUSAC. Pero si alguien ha dejado huella en el MUSAC ha sido Araceli, por su increíble capacidad por tejer redes y crear comunidad desde la generosidad, el respeto y el cariño infinitos. No tengo ni idea de cuántos visitantes al año tiene el MUSAC, ni me importa lo más mínimo. Si me hubiera encantado visitar el MUSAC no hubiera sido por sus exposiciones, si no por compartir un precioso momento con Araceli, una de esas personas que hacen la vida más bella y una muestra más de cómo entender la cultura.

O confiamos en la capacidad transformadora real de los humanos y de la cultura, o estamos decididamente muy perdidos. Y no, no hay número capaz de encerrar la experiencia humana, nuestro último espacio de resistencia posible.

…siento tener que dejaros, tengo que volver a rellenar formularios ❤

Gracias a Abu Ali por la imagen y por seguirnos abriendo puertas: Sol de medianoche «Quizá es por eso que en plena oscuridad de la noche puede contemplar la belleza de una flor.»

sol de medianoche

 

 

 

 

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siempre aquí

…días y días de noticias del brote de listeriosis… una mujer pierde a su hijo, “un aborto” en los periódicos.

…hace ya casi 15 años que desperté una mañana y entré en una terrible pesadilla… Embarazada de 7 meses, no lograba sentir el dulce movimiento que me acompañaba en todo momento desde hacía unos meses, esa preciosa compañía que me daba los buenos días al despertar, que seguía todos mis pasos, que reaccionaba a todo lo que hacía, que se relajaba cuando yo paseaba, como si se balanceara, que se revolucionaba cuando me tumbaba…  Preocupada, empecé a intentar provocarle con todo lo que solía hacerle activar… Nada, no lograba encontrarle… El miedo empezó a invadirme, y con él las lágrimas. Me sentía muy débil y mareada, pero ni era capaz de pensar en ello, sólo recuerdo estar aterrada, y en mi interior sentir una terrible certeza que no quería ni aceptar.

Salimos volando en taxi hacia la clínica. Afuera, banderas y banderas que siempre he odiado, pero desde ese día no puedo ni ver, invadían las calles celebrando la Diada.

Un médico con la mayor de las insensibilidades imaginables me exploró y notificó que el corazón de mi pequeño había dejado de latir. Pidió a mi marido que saliera de la clínica a por medicamentos, dejándome totalmente sola en ese cuarto minúsculo, destrozada de dolor y sin poder creer que esa pesadilla fuera posible. Ni de que alguien fuera tan salvaje como para anunciarme algo así de ese modo, ni de dejarme abandonada en esa situación y sin más explicación, ni de obligar a mi marido, destrozado como yo, a salir solo a la calle.

Tras análisis y pruebas procedieron a administrarme oxitocina para inducirme al parto. No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero creo que casi todo un día. Sólo sé que el suficiente para que mi familia viajara para estar a mi lado, para que mis amigos corrieran a acompañarme. No se lo agradeceré jamás suficiente. Mi tía acudió también deshecha… “Es urgente sacarlo, te está matando”. Yo ni era consciente de que tenía fiebre altísima, de que mi vida al parecer podía correr también peligro. No me importaba lo más mínimo. No habría dudado un segundo cambiar mi vida por la de mi hijo, intenté explicárselo a mi tía… Luego pasé a estar tan dopada entre oxitocina y calmantes que me recuerdo intentando ser buena anfitriona, hacerlo lo más suave posible a quienes me acompañaban… Tuve que parir a mi hijo ya fallecido, sufrir un parto aparentemente normal, pero con un final insoportable. No quiero ni imaginar lo que tuvieron que soportar mi marido y quienes me asistieron. Sólo sé que en mi estado febril y drogado no fui capaz de asumir ver a mi hijo. Que en plena madrugada una enfermera me hizo firmar unos papeles que en mi estado ni terminaba de entender, en penumbra para no despertar a nadie. Estaba dando permiso para que enterraran a mi hijo ni sé dónde, en un lugar sin nombre. Otros lo habían aceptado antes por mí, para restarle importancia y evitarme una decisión así, imagino. A la larga fue una tortura para mí no haberme atrevido a verle, no haberle podido dar nombre ni poder saber ni dónde estaba.

Al día siguiente, aún bajo los efectos de las drogas, sólo me preocupaba compensar a las enfermeras por el mal momento que les habría hecho vivir, a mis padres por fastidiarle su aniversario de boda.

Sólo ya en casa, cuando todos se fueron, fui yo capaz de asumir la pesadilla de la aparente normalidad. Y cuando tuve que enfrentarme al terrible silencio del tabú frente a la muerte de un hijo. “Un aborto”, qué ridículo y terrible resulta un concepto que pretende reducir toda la realidad del dolor que esconde. Como si no fuera la vida de tu hijo lo que has perdido. Un hijo que te ha acompañado durante 7 meses en cada momento con sus latidos, con su movimiento, con sus toquecitos en la barriga, con sus maremotos que no te han dejado dormir. Un hijo en el que has proyectado mil sueños, al que has visto su carita dulce, sus graciosas posturas, al que has imaginado mil veces, al que le has escrito un diario de antes de nacer, para que supiera lo que sentías por él. De pronto ya no está contigo, y el mundo parece ponerse de acuerdo para simular que nunca ha existido, como si minimizar su existencia pudiera ayudarte en algo, cuando lo único que logra es aumentar tu pesadilla y hacerte imposible pasar el duelo indispensable para intentar seguir adelante. Y tú ves nacer a los hijos de personas queridas y no sabes dónde esconder tu dolor. Llegó por error a tu casa un ramo de flores al nacer la hija de tu vecina y tú querías morir. Tus amigos sabios te enviaron un cesto enorme de frutas para cargarte de vitaminas. Tu padre te recuerda que siempre tendrás un ángel acompañándote y tú quieres llenarle de besos de gracias. Sólo algunas de tus personas más queridas entienden lo que te está destruyendo por dentro y te ayudan a no borrar la realidad de tu hijo, y te acompañan desde el amor, dándote tiempo y sin pedirte más que simplemente sobrevivir sin más durante un tiempo.

Luego vendrán la terapia para soportar el embarazo de tu próximo hijo, con todos tus sentimientos de miedo y culpa. Viajes semanales en tren sola con la cabeza baja y el rostro lleno de lágrimas para llegar a quien sabe acompañarte. Tu principal recuerdo, una enorme caja de pañuelos frente a ti, y el agradecimiento profundo ante la mujer sabia que ha sabido entender tu dolor y empujarte adelante.  Habrá que soportar todos los aniversarios, todas las fechas odiosas, como sucede en todos los duelos. Tendré que soportar de nuevo las banderas ondeando en el peor día de mi vida. Pronto cumplirías 15 años y no puedo dejar de imaginar cómo serías. Guapo, dulce y encantador, estoy segura, en mis sueños serás siempre así.

Ayer leía a una mujer preguntarse por qué siendo la listeriosis una enfermedad muy peligrosa para las mujeres embarazadas, no te lo advierten como hacen con la toxoplasmosis. No sé cuántas veces hice esa pregunta, cuántas veces odié que nadie me lo dijera… Por favor, no hagáis como que no pasa nada, no ayuda en nada.

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La autogestión del caos. Reflexiones a partir del taller «Formas de gobernanza» organizado por Xarxaprod.

Hace unos días asistí a un taller sobre Formas de gobernanza, impartido por Amador Fernández-Savater y organizado por XarxaProd.
Amador inició el taller exponiendo algunos de los aprendizajes extraídos de la experiencia de tres espacios autogestionados como el 15M, Tabacalera y Campo de Cebada.
Experiencias extrapolables, compartibles con la gestión de otros espacios públicos, espacios comunes, de otros espacios culturales.
Aquí comparto algunas preguntas, reflexiones y notas a recordar que me llevé puestas a partir de su presentación y el debate posterior.

Espacios culturales como espacios políticos: Si entendemos la política como propuestas o formas de relacionarse con las cosas del mundo, los espacios culturales se convierten en espacios políticos. Lo que se juega en estos microcosmos son maneras de pensar cómo podríamos organizarnos en el mundo, laboratorios de exploración, de pensar otras formas de hacerse cargo de cosas comunes.
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Algunas características de estos espacios:
Lugares donde lo común trasciende polaridades como público – privado. Lugares de resonancias, de preguntas comunes.

Apertura como seña de identidad, sin fronteras duras y con permanente esfuerzo de invitación.

Multiplicidad: Espacios donde cabe una pluralidad de actividades que confunde nuestras categorías clasificadoras habituales.

Carácter reapropiable: Cuanto más reapropiable, sin grandes mediaciones ni protocolos, más vivo y complejo.

Espacios de estar: Espacios de vida, lugares de estar, pasar donde sea posible simplemente ir a estar, sin necesidad de consumir.

Espacios de deseo: Lugares donde el dispositivo permita que circulen los flujos de deseo.

Pérdida de control: Los espacios de vida son aquellos en los que hay que asumir una cierta pérdida de control. Son lugares interesantes como formas de experimentación de esa pérdida de control.

La autogestión del caos
¿Cómo organizarse entre desconocidos, cuando la indeterminación y la hetereogeneidad es muy alta, así como la complejidad de la experiencia? ¿Cómo convivir formas de vida muy diferentes, experimentar formas de vida desde la complejidad? ¿Cómo aprendemos a convivir con el caos que genera la porosidad, a entender e integrar el caos como riqueza? La realidad está hecha de impurezas. Si partes de tu ideal la frustración está prácticamente garantizada. El caos es reflejo del caos del mundo, de la pluralidad.

¿Pero cómo decidir sobre asuntos comunes cuando la complejidad es muy alta? ¿Cómo organizarse?

¿Quién decide?
Tensión en las formas de autogobierno propuestas. Las asambleas no funcionan, por muy democráticas que sean.

Existen formas de organizar cotidianamente los espacios que no se ven ni reconocen como formas de gobierno, formas de cuidado que se autoorganizan pero que no sabemos reconocer ni potenciar.
En el caso de las acampadas del 15 M, las asambleas ejercían un papel más simbólico que ejecutivo. Como organización dinámica de consensos, en las asambleas todo estaba perfectamente medido y estudiado (gestualidades, formas de consenso…), pero en realidad se decidía muy poco en ellas.

Algunos aspectos positivos de las asambleas:
1. Escucha y pensamiento colectivo, algo tan raro en nuestro día a día. Tomar su palabra como el comienzo de tu pensamiento, salir de los monólogos y enhebrar pensamientos.

2. Regalarnos colectivamente tiempo, con inversión radical de las prioridades. El tiempo se puede fabricar (en las asambleas todo el mundo tenía tiempo).

3. Ruptura de las lógicas de reparto de la palabra. Cualquiera tiene una experiencia particular a compartir.

4. Vocabulario compartido: respeto, horizontalidad

5. Ritual, ceremonia, como poderoso elemento de generación de sentimiento de comunidad: las asambleas actuaban más como un ritual para fortalecer el sentimiento de unión que como mecanismo de organización. El Asamblea era casi un teatro.

Algunos problemas de las asambleas:
1. Requiere consenso – simplifica: se presupone o requiere demasiada homogeneidad. Para compartir en asamblea y llegar a consenso unánime había que llegar a declaraciones de mínimos, además de ser un mecanismo muy poco ágil.
La Asamblea funciona en condiciones de homogeneidad de experiencia, de escala de valores, de formas de vida. La complejidad se incrementa cuando la hetereogeneidad se amplía y pierdes el control.

2. Centraliza el poder de decisión: Forma de gobierno centralizada, relativamente alejada del día a día.
Guerras de poder: Cuando se concentran las decisiones de poder en un solo lugar se generan luchas por la hegemonía.

3. La palabra termina por excluir a quien no la domina. Quien mejor maneja la palabra, más poder tiene.
“Los activistas blancos a los que os gusta hablar gobernáis el espacio”

4. La asamblea en ocasiones no es percibida como espacio legitimado común, sino como una tribu que pretende imponer la forma de decisión.
Peligro de disfuncionalidad de la asamblea y apropiación de la misma. Puede llegar a un momento de autorepresentación, de autolegitimación, con ruptura de diálogo arriba-abajo y rotación. Cómo articular un mecanismo de participación y de representación.
Quién otorga legitimidad. Quién se apropia de qué.

5. Palabra – acción, separados, distancia entre la palabra y el hacer concreto. La asamblea no se hacía cargo de los efectos de las decisiones (a diferencia de la organización de la vida del campamento).

Hannah Arendt: Los griegos inventaron la separación entre público (la palabra de los hombres “libres) de lo privado (la gestión de lo cotidiano, ligado a la necesidad, a cargo de mujeres y esclavos). Si existe necesidad no existe libertad.
Pero la separación palabra – acción / reproducción de la vida aún está muy presente en nuestra sociedad.

Sin embargo, más allá de las asambleas se construyó una pequeña ciudad más habitable, hospitalaria, con atención a las diferentes necesidades de la vida y a las diferentes formas de vida, con atención a los cuerpos, al cansancio, a la reproducción de la vida (y sin reparto por sexos). “Si un movimiento quiere durar, necesariamente tiene que preocuparse por el cuidado de la reproducción de la vida” (Silvia Federici).

La fuerza era la vivencia del propio campamento. «Vivíamos la vida que queríamos vivir.» Una experiencia de cuidados, de cooperación. La dimensión del campamento es la dimensión de la organización de la vida común (huerto, cocina, guardería, psicólogos, biblioteca…). Había comisiones de trabajo, cuyas conclusiones se compartían en la asamblea.

Pero de nada de todo ello se habló en las asambleas. “Era un ir adaptándose a la calle, a lo que se necesitaba”. A la secuencia convencional occidental: 1º Hipótesis – 2º ejecución. Deliberación – decisión – ejecución, se contraponía un constante pensar – hacer: Se piensa lo que se hace, mientras se hace, de acuerdo con lo que se hace.

Resulta significativo ver cuántos vídeos hay de las asambleas del 15M y qué pocos de la organización cotidiana de la acampada. Lo íntimo y común: “lo que no merece ser visto”.

Diferentes grados de vínculo pueden ser útiles, cualquier compromiso mínimo puede ser útil, sin poner un listón demasiado algo a la participación y el compromiso. Todo aporta si tenemos una concepción de participación abierta e integradora. Cualquier aportación es válida, es un regalo. Existe una alta multiplicidad de registros y de formas de participación posibles. Inclusión de otras capacidades humanas, de otras formas de acción, no sólo supeditado a la palabra.

Ingenuidad de la idea de armonía.
Al final el problema central y que nadie asumía era: ¿quién limpia el retrete?
De la importancia de mirar el espacio desde el WC.

¿Quién se encarga de lo común, de lo que afecta a todos, con visión de conjunto? ¿Cómo conciliar lo mío y lo de todos?
¿A quién pertenecen las paredes? ¿Quién puede decidir sobre ellas?
¿Cómo ejecutar decisiones como cerrar el espacio? ¿Quién decide los horarios de cierre? ¿Cómo calendarizar las actividades?

¿Cómo se cumplen las normas sin recurrir a la violencia, al castigo? La asamblea tiene poder legislativo pero poco ejecutivo.
Las mediadoras a menudo terminaban desbordadas. Los acuerdos se rompían una y otra vez, generándose una desconfianza que terminaba afectando a la convivencia.

Sin embargo existía una organización del día a día que sostenía el lugar.

¿Y si los espacios se gobiernan por los hábitos? ¿Y si lo que hay que cambiar son los hábitos, cómo se relacionan los cuerpos con nuestros espacios, no sólo la conciencia?
En nuestro esquema occidental todo pasa por la lógica, el pensamiento, la norma. El hábito es la relación entre tu cuerpo y el mundo, donde no interviene la ley.

Bordieu: El orden es inconsciente. ¿Cómo intervenir no tanto en la conciencia sino en otras prácticas, en los hábitos inconscientes?

Lo que cambia la realidad son los afectos, los hábitos, la relación cuerpo – mundo.
John Beasley-Murray: Cambian más los afectos que se constituyen en hábitos: “afectos congelados”, repetitivos.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195829

Ej. Los códigos éticos a menudo se quedan en papel mojado. Lo importante es incidir en los hábitos, en las prácticas.
El autogobierno depende de los hábitos, no tanto de lo discursivo.
Ej. El capitalismo se reproduce a través de los hábitos, mientras que desde el discurso sería fácilmente rechazado.

¿Cuando se cierra un espacio, quién lo siente como propio?
Colisión entre lo común (de lo que formas parte, que empodera, a veces vinculado al sentido de propiedad), y lo público (quien navega en él). ¿Cómo combinar el hecho de que todo el mundo tenga derecho a entrar a un espacio con el sentimiento de pertenencia, de apropiación?

Si haces cuerpo con el espacio, el espacio te afecta, deja de ser abstracto, para ser un lugar a cuidar.
Ej. En lugar de intentar convencer “gente joven, venid”, pon una cancha de baloncesto y vendrán.
Ej. Organización de “juntadas” para cocinar y limpiar como mecanismo de generación de comunidad y pertenencia.

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La cocina puede convertirse en un imprescindible elemento vertebrador, un lugar de convivencia y circulación.

(Jabuti) Generación de comunidad en torno a la bombona de butano, contra la ley del más fuerte. La cocina como centro de los problemas cotidianos y prácticos. Pensar en común mientras se cocina, con un pensar-hacer desde de lo habitable.

Importancia de los espacios informales, sin aspiración a gobernar el conjunto pero que son muy importantes para el conjunto. Los momentos de cañas son los espacios de confianza, de profundidad… La pregunta es si podemos gobernar sólo desde el momento de las cañas.

Cooperación y autoresponsabilidad por lo común.
Importancia de generar la conciencia de autogobierno, que los que habiten el espacio lo gobiernen.

Provocación de catástrofe como modo de activación de la autorresponsabilidad.
Ej. Cerrar el espacio para que surjan cuestiones como quién se hace cargo de las llaves.
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¿Sobre quién recaen las responsabilidades últimas? ¿Quién asume la responsabilidad de un crédito, de un accidente? Los procesos artísticos a menudo se basan en la transgresión.
La asunción de responsabilidades como arma de doble filo deber/poder.

¿Cómo se articula la gestión?
¿Son posibles modelos de cooperación sin un órgano/responsable de coordinación/gestión, sin un equipo de gestión al servicio de lo común?

Creación de bandas, agrupaciones en torno a afinidades compartidas. Pero siempre hay alguien de otra banda que te genera confianza, creando legitimidades en red (ya no asamblea como único lugar de concentración de confianza). Legitimidades distribuidas, multiplicidad para responder a la complejidad de la multiplicidad.

Es importante detectar y contar con aquellas personas capaces de ejercer liderazgos, de escuchar, sintetizar, empatizar, canalizar energías, posibilitar cambios. Lo importante es que no se constituya como liderazgo permanente. Que el reconocimiento no constituya autoridad. Liderazgos situacionales, para una situación concreta.

A veces mecanismos, modelos y herramientas de gestión pueden incidir en los hábitos y capacidad de participación y autogestión. Ver formas de automatizar la cooperación.
Ej. “Makers space” (Londres): 1000 socios sin órgano rector se organizan a partir de una wiki.
Ej. Usuarios con llave para acceder con libertad horaria en Hangar o La Caldera.
Ej. Software libre.

No cambiarlo todo no es excusa para no cambiar nada.
No porque habitemos una institución muy jerárquica no hay espacio para lugares más habitables, aunque sean de manera parcial. Aunque sean efectos micro, desde lugares materiales como la cocina. Generar efectos desde un punto, como la acupuntura. Posibilidad de injertar otra lógica, otra sensibilidad, un injerto de vida en algo más pesado.
La mejor manera de contagiar otra manera de hacer es contagiar un hacer, no tanto “enseñar”, propagar una manera de hacer.

A menudo las instituciones públicas delegan la responsabilidad. Hasta qué punto se despreocupan de la política pública, de su responsabilidad. Hasta qué punto se trata de desguazar lo público para que voluntarios se hagan cargo de ello. ¿No estaremos trabajando gratis para la institución y cumpliendo la función de otros? Lo amateur está desplazando a la profesionalidad. Voluntario profesional como nueva profesión que lava la cara de la institución.

Si se plantea hacer un polideportivo en el Campo de la Cebada ganamos un equipamiento público pero perdemos la manera de aprender de forma colectiva. ¿Cómo pensar espacios de convivencia, espacios híbridos de gestión?

¿Cómo sedimenta, qué registro, qué balance, qué pensamiento queda?. A veces es bueno que las cosas duren para que se transmita el saber, que se pueda recuperar la experiencia, ese poso, ese aprendizaje, en lugar de empezar cada vez de cero. No podemos permitir que se desmantele todo cada vez. Los fracasos también pueden ser productivos si se registran. Registrar es elaborar, escuchar, interpretar, no sólo poner una cámara. Que la gente que vive las cosas piense las cosas.

Alguna documentación más:
http://revistaalexia.es/campo-de-cebada/
http://latabacalera.net/c-s-a-la-tabacalera-de-lavapies/dossier-csa-la-tabacalera/
http://blogs.publico.es/fueradelugar/1188/la-tabacalera-primer-ano-de-vida

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Hasta la muerte nos han robado

Hace unos días tuve que regresar a uno de esos lugares fabricados para comerciar con nuestro adiós y con nuestro dolor más profundo. Arquitecturas lúgubres para muertes en serie, despedidas en serie, palabras y músicas a la carta, flores a la carta, y ruinas familiares a la carta. En una sociedad en la que se la vida se compartimenta en segmentos de consumidores perfectamente controlables, donde los niños, ancianos y enfermos son un estorbo para la productividad, la eterna juventud en cuerpos impolutos y prefabricados es el ideal al que aspirar y la vejez algo a que apartar, la muerte se convierte en un negocio infalible, el último bastión de un capitalismo sin escrúpulos. ¿Quién es capaz de cuestionar nada cuando apenas es capaz de sostenerse en pie, cuando parece no haber más opción que resignarse y dejarse llevar?

Aún recuerdo mi primera vez. Apenas conocía a la difunta, pero no pude dejar de llorar desconsolada de tristeza, rabia e impotencia ante la crueldad de despedirla así de este mundo. Hace unos días volví a asistir a otra de esas ceremonias en las que reconoces las músicas, los gestos, los tonos, las mismas frases hechas. Entonces mi amigo con voz sosegada y tranquila pero firme salió para recordar a su madre. Tozuda, dura, una mujer de carne y hueso, que amó como supo. Habló de un amor puro y verdadero, aunque no respondiera a la forma de amor contemplada en el guión. No hubiera querido estar en el lugar de la maestra de ceremonias. Fue una bofetada de realidad llena de amor. Yo hice un esfuerzo titánico para no saltar a llenarlo de aplausos, besos y abrazos de orgullo.

Hoy encuentro una reivindicación poética y llena de vida de la muerte que nos han robado de la mano de Marc Sempere «Perdre el vetlatori és perdre una gran batalla, és perdre la mort.» @Telegustet y de Elena Fraj «Morir, lo no previsto»  @lajele. Ellos lo explican mucho mejor que yo. No conocía a Esther ni a Pablo Molano, pero gracias por devolverle la vida en su despedida.

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Barris en Dansa

“Imagina un lloc on moltes persones desconegudes s’uneixen per crear conjuntament una peça artística on el més important són elles mateixes. Les seves vivències, el què senten. Aquí ningú era més que l’altre, cadascú alliberava del cos les seves més mervelloses virtuts. Les mostrava al món, un món que desde fora podia captar la màgia que voleiava per l’escenari, i aquest les escoltava. Perquè és això dansaires, hem aconseguit sense adonar-nos crear una lliçó de vida. Ja no existeixen els prejudicis, s’esfuma l’egoisme, la llàstima, el despreci. Res d’això té cabuda al nostre petit univers.Hem crescut a passes de gegant. Els més petits afrontaran el camí amb una altra mirada, els més grans rectificaran i donaran la volta a les situacions.” (Aida)

…mientras algunos nos llenamos la boca de activismo de sofá, otros se debilitan entre luchas y postureos, se disputan butacas mientras muestran sin pudor su desvergüenza, nos roban los derechos y el mercado marca las reglas del juego, en la calle la vida real sigue. Los “nadie” siguen construyendo y sosteniendo el mundo y nuestro “nosotros” de forma invisible y silenciosa entre el barullo ensordecedor en el que pretenden perdernos.

Barris en Dansa

Desde hace ya unos años, Alvaro de la Peña provoca encuentros entre personas de diferentes barrios de la ciudad. Personas diversas, sin importar procedencia, edad o condición. Personas libres y abiertas. El objetivo aparente, crear juntos una pieza que se presentará en diferentes barrios y teatros de la ciudad. El resultado, una comunidad de personas que poco a poco aprenden a liberarse de etiquetas, de prejuicios, a expresarse libremente, a crear complicidades, a quererse y a querer. “No es un proyecto inclusivo, aquí estamos todos incluidos.” “Un proyecto para gente inocente” en un mundo donde la inocencia es rechazada. Un lugar donde los egos y los miedos no tienen cabida, sólo el respeto, el cariño y la emoción compartida y sincera. Un espacio donde explorarse y descubrir lo más escondido de uno mismo, y ayudar al otro a hacer brillar lo mejor de sí. Donde aprender a vivir y a crecer juntos, lleno de sonrisas cómplices y felices, donde sorprenderse y dejarse sorprender. Regalarse y regalarnos un momento de vida llena de alegría contagiosa e indestructible. “Transmitir emoción es fácil cuando te llenan tanto.”
Poco a poco van tejiendo a partir de sus búsquedas, reconociendo la riqueza de sus diferencias, aquello que cada uno tiene de único y mágico. Encontrando entre todos el lugar de cada uno para construir juntos un movimiento imparable. Libres, sin complejos, sin miedos, sin límites.
Y así van tejiendo comunidad, una gran familia, un entorno en el que crecer juntos sin prejuicios y desde el cariño compartido. Desde la fuerza de la confianza ciega en el otro, en el nosotros que han construido juntos.
Fuera la vida sigue su ritmo absurdo y ciego donde las emociones y los cuidados son un estorbo. En su interior un pedazo de vida pura y un nosotros que nadie les va a poder quitar, que nadie nos va a poder quitar.Gracias a todos por tanto.

“Barris en dansa, famílies en dansa, amics en dansa, la societat dansa i quan dansa no hi ha qui els pari.” (Alfons)

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(foto de Alfons Sánchez)

para seguir más de cerca el proyecto, Barris en Dansa en Facebook

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